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Monthly Archives: November 2015

Una guía de 7 puntos para la ceremonia judía del Bar y Bat Mitzvá.


Una guía de 7 puntos para la ceremonia judía del Bar y Bat Mitzvá.

por Rav Shraga Simmons

¿Catering? ¿Fotógrafo? ¿Cuál es la esencia del Bar/Bat Mitzvá? Aquí hay siete puntos clave que necesitas saber.

(1) Conceptos Básicos del Bar Mitzvá

Primero, entendamos qué significan las palabras “Bar (o Bat) Mitzvá”. La frase se traduce como “hijo (o hija) de los mandamientos” – es decir, que la persona joven se vuelve responsable de cumplir los mandamientos (mitzvot) de la Torá.

El propósito de los mandamientos es mantener nuestras vidas enfocadas en lo que es realmente importante: la familia, la comunidad y una relación con Dios.

Aunque por lo general decimos “hacer” un Bar Mitzvá, técnicamente hablando, esto es imposible. El término “Bar Mitzvá” se refiere a un estatus, al igual que lo es ser estudiante o padre.

Un chico judío se convierte automáticamente en Bar Mitzvá cuando cumple 13 años, y una chica a los 12 (en general las chicas maduran antes que los chicos).

En un nivel más profundo, así como sus cuerpos están creciendo y cambiando, también lo están haciendo sus almas. La tradición cabalista dice que la parte espiritual de una persona tiene muchos niveles de alma. En el Bar/Bat Mitzvá un nuevo nivel de alma (llamado neshamá) comienza a tener conciencia. Es el momento en que la conciencia moral y la sensibilidad se terminan de desarrollar, permitiendo que la persona joven asuma responsabilidad por sus acciones.

Después de alcanzar esta etapa en la vida, nuestras acciones son consideradas más significativas por otra razón: el Talmud explica que una mitzvá realizada por obligación es considerada más importante que una llevada a cabo de manera voluntaria. Esto es porque una persona tiene una aversión natural a cumplir con una obligación. Vencer esta aversión es un signo de madurez, y esto es lo que celebra el Bar/Bat Mitzvá: alcanzar la etapa de la obligación.

(2) El Evento en la Sinagoga

En Shabat (y en varios otros días), la Torá – un rollo que contiene los Cinco Libros de Moshé – es leído en público. La Torá está dividida en 54 porciones, obedeciendo a un ciclo anual, y en la sinagoga se lee una porción cada semana.

Además, la porción semanal está subdividida en siete secciones. En los rezos de la mañana de Shabat, la gente es honrada y es invitada a recitar las bendiciones especiales para antes y después de la lectura de cada sección.

La Torá es sacada del arca sagrada y es llevada a la bimá – la plataforma elevada en donde es leída. Mientras la Torá está siendo llevada, todos se ponen de pie en señal de respeto.

Coloquialmente hablando, cuando la gente dice, “hice mi Bar Mitzvá”, significa que recibieron una aliá a la Torá en la sinagoga. “Aliá” significa “ascender” a la bimá.

El rollo de la Torá está escrito con meticulosidad por un escriba temeroso de Dios. Muchas reglas aseguran que la Torá esté escrita con exactitud perfecta, para mantener la cadena de tradición ininterrumpida que comenzó en el Monte Sinaí.

En el Shabat siguiente a su decimotercer cumpleaños, el joven es llamado a la Torá. Este cálculo obedece al calendario judío. En algunas sinagogas existe la costumbre de arrojarle caramelos al joven cuando éste termina la bendición final.

En este momento es habitual que el padre recite la siguiente bendición:

Seguido a esto, el joven Bar Mitzvá lee una porción de los profetas bíblicos llamada haftará. Durante un período de persecución hace 2.000 años, a los judíos se les prohibió leer la Torá, por lo que establecieron una lectura de los profetas que corresponde al tema de la porción semanal de la Torá. La haftará se lee con una melodía tradicional única.

Usualmente, después de los rezos la congregación participa de un kidush, una pequeña comida que comienza con una bendición sobre el vino.

(3) La Recepción

Una característica popular de las celebraciones de Bar/Bat Mitzvá es una fiesta de recepción. Idealmente debería ser celebrada el día en que el/la joven cumple 13/12 años. De ser necesario, la celebración puede ser pospuesta.

En relación a lo que se hace en una celebración de Bar Mitzvá hay diferentes costumbres. Es apropiado que el joven relate algunas ideas de Torá en la celebración – es decir, el famoso discurso de Bar Mitzvá. El discurso generalmente contiene ideas de la porción semanal de la Torá, y enfatiza el compromiso del joven con los valores judíos.

¿Y qué hay de la fiesta temática de Titanic, con efectos especiales estilo Hollywood? Es importante que los festejos no sean ostentosos para evitar que el factor espiritual quede en un segundo plano. El nuevo adulto debe apreciar que es una celebración de madurez y responsabilidad, un mensaje que llevará con él por el resto de su vida.

(4) El Regalo

¿Y qué hay del famoso regalo del Bar Mitzvá? En los viejos tiempos, el regalo escogido era una pluma fuente, luego fue un walkman, hoy es un iPod.

Esos regalos están bien, pero hay regalos mucho más significativos para un Bar/Bat Mitzvá. Dado que este evento celebra que el/la joven se vuelve obligado/a a cumplir con los mandamientos, el regalo más apropiado es, naturalmente, uno que le dé un entendimiento más profundo del legado judío y que le permita cumplir mejor las mitzvot (puede recibir un iPod en cualquier otro momento).

Teniendo en cuenta esto, mi regalo favorito es una alcancía para tzedaká (caridad). Todo judío debería tener una alcancía para tzedaká en su casa, para poder poner monedas regularmente. El dinero puede ser destinado a mantener una escuela o una institución judía – en tu ciudad o en Israel (la “patria” de todo judío).

El otro regalo obvio es un libro judío. Como hay miles de títulos para elegir, hemos reducido la lista a los Mejores para Bar/Bat Mitzvá:

La Torá con Rashí (publicada por Editorial Jerusalem de México).

Tefilín del rabino Aryeh Kaplan (publicado por Editorial Jerusalem de México).

El Sidur en Español publicado por Editorial Artscroll.

Joven y Judío Hoy por el rabino Akiva Tatz (Targum Press), ensayos emocionantes para crear un camino a través de la vida.

Shmuz por el rabino Nejemia Coopersmith, un libro divertido que provoca discusiones inteligentes sobre temas judíos esenciales.

Si no te convence nada de lo anterior, siempre puedes regalar dinero. Una buena idea es regalar $18 dólares (o un múltiplo de 18), porque es el valor numérico de la palabra hebrea “jai”, que significa “vida”.

(5) Tefilín

Al llegar a los 13 años comienza la obligación de un chico de ponerse Tefilín todos los días (excepto en Shabat y en las festividades).

Los Tefilín son dos cajas negras cuadradas de cuero, que contienen pergaminos con versículos de la Torá. Junto a cada caja hay correas de cuero. Una de las cajas se pone en el brazo, y la otra en el frente de la cabeza.

Las dos cajas representan las dos formas en que servimos a Dios en este mundo: con el pensamiento (la cabeza) y con la acción (el brazo). El Tefilín del brazo tiene un solo compartimiento con un solo pergamino, mientras que el de la cabeza tiene cuatro compartimientos separados con un pergamino en cada uno. Esto es para denotar que, en el servicio a Dios, los dos poderes deben trabajar congruentemente: Utilizamos la totalidad de nuestra mente para obtener la perspectiva completa, y luego actuamos con una singular claridad de propósito.

Dentro de cada caja de Tefilín hay pergaminos que contienen cuatro secciones de la Torá, que hablan sobre la unicidad de Dios, la obligación de observar los mandamientos, y la responsabilidad de transmitirle el judaísmo a nuestros descendientes.

Si te sientes realmente generoso, los Tefilín son un regalo maravilloso para un Bar Mitzvá. Tener un par de Tefilín (¡y utilizarlos!) es una parte importante de la identidad judía. Pero como son muy caros (alrededor de 400 dólares) no todo joven que hace Bar Mitzvá tiene unos. Para asegurarte de comprar Tefilín adecuados (casher), haz clic aquí.

(6) El Primer Bar Mitzvá

He aquí una curiosa pregunta judía: ¿Quién fue la primera persona en hacer Bar Mitzvá?

Podemos sugerir tres respuestas:

a) Abraham – La primera persona que observó las mitzvot fue “el primer judío”: Abraham. Sin embargo, cuando comenzó tenía más de 13 años, entonces…

b) Isaac fue la primera persona que era “judío” al cumplir los 13 años. La Torá escribe: “Y Abraham hizo una gran fiesta ese día” (Génesis 21:8), y el Midrash explica que fue una celebración porque Isaac se convirtió en Bar Mitzvá.

c) En el Monte Sinaí – Los judíos estuvieron realmente obligados a cumplir las mitzvot recién después de recibir la Torá en el Monte Sinaí. Por eso, la experiencia en Sinaí fue, en realidad, ¡un Bar Mitzvá masivo para todo el pueblo judío!

(7) ¿Y ahora qué?

Algunos creen equivocadamente que la práctica judía está limitada a la sinagoga o a la celebración ocasional de una festividad en casa. La verdad es que la Torá y las mitzvot están presentes en cada momento de nuestras vidas: fijando estándares para la ética comercial, la comida, hablar correctamente, honrar a los padres, e incluso ¡cómo cuidar a las mascotas!

Nos referimos a estas leyes como Torat Jaim, literalmente “instrucciones para la vida”. La Torá es el mejor “manual de instrucciones” para maximizar nuestro placer y potencial en la vida.

La Torá es la base para las preguntas más importantes de la vida: ¿Cómo puedo vivir una vida significativa? ¿Cómo puedo construir relaciones prósperas, comerciar honestamente y alcanzar mi potencial? ¿Cómo puedo hacer una diferencia en el mundo?

El estudio de la Torá enfatiza la construcción de una base racional de creencia para poner en funcionamiento la mente, estimular el pensamiento intelectual con preguntas y debate, y así nutrir el alma. No se trata de un salto de fe, decisiones de todo o nada, o desconexión del mundo.

El objetivo de todo judío no sólo es estudiar Torá, sino convertirse en una “Torá viviente”, que representa los elevados ideales de “ama a tu vecino”, “paz en la tierra”, “justicia para todos”, “educación universal”, “todos los hombres somos creados iguales”, “la dignidad del individuo” y “el valor de la vida”. Todos estos conceptos surgen de la Torá, y han definido el carácter moral de la humanidad.

En la vida judía, un Bar/Bat Mitzvá no representa la culminación de la educación judía, sino un paso a una relación más profunda y madura con el estudio de la Torá.

Esto es ilustrado por la siguiente idea: Incluso si falta sólo una letra del rollo de la Torá, este queda inválido. De acuerdo a la tradición, cada judío se corresponde con una letra de la Torá. Esto nos enseña que cada uno de nosotros tiene un rol integral que cumplir en el futuro del pueblo judío.

El Bar/Bat Mitzvá implica madurez, fortalecer el orgullo judío por medio del conocimiento y el entendimiento. Significa crecer de acuerdo a la manera judía, un paso a la vez. Significa defender a Israel y respetar a todo judío. Significa asumir responsabilidad por el mundo, utilizando la Torá como guía, porque esa es la misión del pueblo judío. Y lo más importante de todo, significa amar el hecho de ser judío.

El éxito en lograr estos objetivos es lo que deseamos para el Bar/Bat Mitzvá, y el comienzo de este camino es lo que celebramos en esta alegre ocasión.

¡Mazal Tov!
Según tomado de http://www.aish.com el lunez, 16 de nov. de 2015

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Posted by on November 16, 2015 in Uncategorized

 

La reencarnación según el judaísmo, Parte 2

La reencarnación según el judaísmo, parte 2

Después de morir, los ángeles te preguntarán: ¿Cuál es tu segundo nombre? Así es como debes responder.
por Rav Pinjas Winston

El gran cabalista conocido como el Arizal enseñó que después de que la persona muere, es enterrada y de que todos quienes asistieron al entierro vuelven a sus casas, entonces, recibe nuevos visitantes. Esta vez no son del tipo corpóreo, sino que se trata de ángeles, y la razón de su visita no es precisamente para rendirle homenaje al difunto (ver Sháar haguilgulim, cap. 23).

La razón de su visita es hacerle al alma una pregunta cuya respuesta vale mucho más que el pozo acumulado de la lotería. ¿De qué pregunta se trata?

“¿Cuál es tu nombre?”.

¿Cuál es mi nombre? ¿Los ángeles van a bajar desde el cielo hasta mi tumba sólo para hacerme esa pregunta? ¿Qué podría ser más fácil de responder que eso?

Muchas cosas. Porque resulta que desde nuestro nacimiento tenemos en realidad dos nombres: uno con el que estamos familiarizados, porque es el que todos usaron para referirse a nosotros, y otro que muchas personas pasan la vida sin escuchar jamás. Y adivina cuál es el que quieren escuchar los ángeles…

Nuestra debilidad espiritual

Nuestros nombres regulares vienen de nuestros padres, y cuando ellos los eligen suelen tener otras cosas en su cabeza además de nosotros, como por ejemplo un pariente que ha fallecido. ¿Cuál es nuestro otro nombre? ¿Quién nos lo da y por qué lo necesitamos?

Nuestro otro nombre es el nombre de la debilidad espiritual que nos fue dada para que trabajemos sobre ella y la arreglemos, y necesitamos ese nombre para que nos ayude a saber qué es lo que debemos lograr en este mundo. Si la gente se dedica al perfeccionamiento personal, a convertirse en la mejor persona que pueden ser, entonces sin dudas confrontarán su debilidad espiritual durante su vida y se verán forzados a trabajar en ella.

Las debilidades espirituales son desafíos que debemos superar, y no algo que debe ser ignorado.

Quienes se dedican al perfeccionamiento espiritual ven sus debilidades espirituales como desafíos a superar y no como algo que debe ser ignorado o ante lo cual deberían rendirse. Ellos encontrarán cómo utilizar sus fortalezas para rectificar sus debilidades, lo cual a su vez hará que sus vidas sean más significativas. Mientras quienes los rodean aceptan la mediocridad personal, ellos crecen y logran llegar a vivir a imagen y semejanza de su Creador.

Cuando los ángeles visitan a esas personas después de la muerte y les preguntan: “¿Cuál es tu nombre”?, ellos entienden la pregunta y saben qué responder. Dado que pasaron toda la vida corrigiendo sus debilidades espirituales, las conocen tan bien como conocen a los padres que se las dieron.

¿Qué le ocurre a la persona que no puede responder correctamente a los ángeles? Dios pone su alma en un proceso de rectificación para compensar después de la muerte lo que no fue logrado durante su vida. Los ángeles les enseñan al alma su otro nombre en preparación para la fase de auto-rectificación que deberá atravesar una vez que sea reencarnada.

En resumen, tenemos los siguientes puntos:

1.Estamos en este mundo para perfeccionarnos espiritualmente.

2.Para hacer esto debemos descubrir cuáles son nuestras debilidades espirituales, lo cual podemos lograr mediante el estudio de Torá.

3.Nuestro objetivo en la vida es volvernos más fuertes en el plano espiritual y superar nuestras debilidades.

A algunas personas, su debilidad espiritual puede causarles egoísmo y ser incapaces de entender a los demás y de ser simpáticas con ellos. A otras, su debilidad espiritual puede generarles una obsesión con el placer físico, haciendo que tiendan a sacrificar valores más elevados en beneficio de otros más bajos. Las posibilidades son infinitas.

Una nueva forma de ver los desafíos

Esta perspectiva de vida representa un enfoque completamente distinto de los desafíos. Una vez que una persona entiende que sus debilidades y desafíos espirituales son su oportunidad para crecer y perfeccionarse, la estrategia para lidiar con ellos se torna más constructiva. Por ejemplo, cuando los integrantes de una pareja tienen problemas para llevarse bien, esto puede ser un indicio de que sus debilidades espirituales están interfiriendo con su capacidad para unirse. Rectificar sus debilidades puede rectificar el matrimonio.

La siguiente es una historia del Talmud:

La esposa de Rabí Jiya acostumbraba hacerlo sufrir. Sin embargo, cuando él encontraba algo (que a ella le gustaba), él lo envolvía con su turbante y se lo llevaba. Rav le preguntó: “¿Por qué haces esto? ¡Ella te hace sufrir!”.

Él le respondió: “¡Es suficiente para nosotros que nuestras esposas críen a nuestros hijos y nos salven del pecado!” (Yevamot 63a).

Hay dos formas de explicar esta historia: O Rabí Jiya era masoquista (que probablemente no era el caso) o, al ser alguien que se abocaba al ideal de la Torá de perfeccionarse a sí mismo, veía su matrimonio como una oportunidad para mejorar, lo cual le dio la capacidad para hacerle frente a las dificultades que le traía.

Otro ejemplo podría ser el tener hijos “difíciles”. Ellos podrían representar una oportunidad para confrontar nuestros defectos y, en el proceso, aprender a resolver los problemas de los niños. Otro ejemplo podría ser el tener un jefe o un compañero de trabajo difícil; básicamente es siempre la misma idea.

Obviamente, esto no significa que debas someterte a toda persona que conozcas. La Torá reconoce que el divorcio es necesario en algunas ocasiones ya que hay veces en las que abandonar una “mala situación” es más inteligente que lidiar con ella. Hay veces en que alejarse de las situaciones comprometedoras posibilita un crecimiento mayor que enfrentarlas.

Pero sí significa que antes de darle la espalda a las situaciones que nos presentan un desafío espiritual, debemos analizar cuidadosamente por qué deberíamos hacerlo y por qué queremos hacerlo. La tasa de divorcio se disparó a las nubes porque muchas personas eligieron eliminar una pareja difícil, a menudo a costa de la familia y de otras personas, en lugar de enfrentar sus debilidades espirituales, perdiendo lo que podría haber sido una oportunidad excelente para el crecimiento personal.

Hay un dicho: “Puedes pagar hoy o puedes pagar mañana”. En nuestro contexto, podemos decir que “puedes pagar en esta reencarnación o en la próxima”. Debemos vivir una vida larga y significativa, pero también debemos asegurarnos de que cuando esos ángeles vengan a llamarnos, podamos responder a su pregunta, de forma que no tengamos que volver nuevamente a este mundo a completar la misión.
Según tomado de http://www.chabad.com el lunes, 16 de nov. de 2015.

 
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Posted by on November 16, 2015 in Uncategorized

 

La reencarnación según el judaísmo

La reencarnación según el judaísmo

Explorando los fundamentos místicos de este malentendido concepto.
por Rav Pinjas Winston

El tema de la reencarnación genera muchas preguntas y fuertes reacciones entre la gente. A veces la pregunta es simplemente: ¿La reencarnación es un concepto judío?

Para muchos, la reencarnación pareciera ser una idea que pertenece a otras religiones, particularmente a las de oriente, y no al judaísmo.

Una razón de esto es porque la idea de la reencarnación no aparece en muchos de los textos fundamentales de la Torá, como el Jumash, la Mishná o el Talmud. Uno pensaría que si la reencarnación fuera un concepto tan popular en el judaísmo, habría entonces al menos algunas referencias a ella en esas fuentes y en otras similares.

Pero a diferencia de otras religiones, el judaísmo prefiere no mezclar los temas cotidianos con sus elementos más místicos. A pesar de que la cábala es tan central como las otras áreas del judaísmo (1), e incluso el Talmud hace alusión a ella (Jaguigá 14b), introducir cábala en el estudio diario de Torá es tan útil como discutir detalles de la Teoría Cuántica con estudiantes de segundo año de secundaria.

Sin embargo, quien se haya graduado en Jumash, Mishná y Talmud, y haya llegado al Zóhar (2), encontrará —entre otros incontables temas— una discusión muy detallada sobre la reencarnación, particularmente en el comentario del Zóhar sobre la parashá Mishpatim, en donde se explica qué es la reencarnación, cómo funciona y por qué es necesaria.

Para clarificar las enseñanzas del Zóhar, la persona puede dirigirse al libro Sháar haguilgulim (El portal de las reencarnaciones) o al Séfer haguilgulim (El libro de las reencarnaciones). Ambas obras son las enseñanzas del cabalista más grande de los últimos 500 años, Rabí Itzjak Luria, más conocido por su acrónimo, Arizal, cuyas enseñanzas son consideradas autoritativas.

La reencarnación es una idea judía que tiene una extensa tradición.

Entonces sí, la reencarnación es una idea judía que tiene una extensa tradición. Pero, ¿por qué este tema le resulta tan fascinante a la gente?

Algunas personas parecieran fascinarse porque les brinda la posibilidad de mantenerse en contacto, al menos emocionalmente, con los seres queridos que ya no están con ellas. Las personas quieren saber que dónde sea que estén, están bien, y que quizás incluso vuelvan en otra vida. Quieren saber que si bien han dejado este mundo, su vida continúa, quizás en otro lugar. La idea de la reencarnación los reconforta en ese aspecto.

A otros les fascina entender las inexplicables tendencias personales o las curiosas naturalezas de los distintos miembros de la familia o amigos. En ocasiones, las experiencias de la vida no consiguen explicar eventos inusuales o anomalías personales. La reencarnación puede explicar mucho de ello, como veremos en el ensayo siguiente.

Y para otros no se trata sino de una fascinación general con los temas místicos, categoría a la que seguramente pertenece la reencarnación. ¿Quién no quiere creer que la vida es más que lo que podemos ver o sentir? ¿Quién no quiere creer que podemos tener una segunda oportunidad —y quizás más de una— para enmendar los errores pasados?

¿Por qué existe la reencarnación?

¿Por qué existe la reencarnación? La vida no es diferente a la educación, en donde uno avanza de nivel en nivel a medida que va madurando y se va volviendo más inteligente. El proceso educacional que la mayoría transita en la vida tiene el objetivo de enseñarle a la persona a funcionar en el mundo, ayudarla a aprovechar su vida al máximo y explicarle lo importante que es ser un miembro responsable de la sociedad.

De la misma forma, a medida que la persona va creciendo, su capacidad espiritual también va aumentando y madurando. Pero esto no ocurre de manera automática. Al igual que mientras más uno invierte en educación más se beneficia de la misma, cuanto más uno invierta en el crecimiento espiritual más poderosa se volverá la persona en el plano espiritual.

¿Cómo funciona esto en la práctica?

Lo primero que necesita saber una persona es que el judaísmo enseña que si bien todos tenemos un alma única, cada alma está compuesta por cinco partes (3): néfesh, rúaj, neshamá, jaiá y iejidá, cuyas traducciones burdas serían respiro, espíritu, aliento, vida y unidad, nombres que no expresan mucho si uno no los entiende bien. Lo que nos importa por ahora es saber que estas partes representan el camino a la completitud espiritual, porque cada nivel provee incrementalmente un mayor acceso a niveles superiores de capacidad espiritual.

Una buena analogía para entender cómo funciona esto es un programa de computación. Muchas veces una persona puede adquirir un programa para su computadora por poco dinero o incluso de forma gratuita. Pero hay una trampa: al abrir el programa recién instalado y usarlo por primera vez, la persona se dará cuenta de que algunas de las opciones publicitadas están en gris, indicando que aún no están disponibles. Para acceder a estas funciones tiene que pagar la versión completa.

Si la persona elige dar el salto económico e invertir más dinero en el programa, recibirá por lo general una clave alfanumérica para completar el registro. Después de tipearla, las funciones en gris casi mágicamente se volverán negras, haciendo instantáneamente que el programa se vuelva más poderoso.

¿Cómo una simple serie de caracteres alfanuméricos logra entregarle tantas funciones más al usuario?

La verdad es que no se debe a la serie de caracteres. Lo que ocurre en realidad es que todas las funciones —las accesibles y las inaccesibles— se almacenan en la computadora durante la primera descarga. Sin embargo, el programa fue escrito de forma tal que sólo otorga acceso a una cantidad limitada de funciones hasta que el usuario pague para recibir una clave.

De esta forma el usuario puede ver lo que le falta y tentarse a pagar por el resto del programa. Una vez que lo hace y registra el programa, recibe permiso para utilizar el resto de sus funciones.

Al nacer, todo individuo tiene los cinco niveles del alma. Debemos tenerlos si vamos a estar recibiendo continuamente luz divina para seguir funcionando, ya que los cinco niveles del alma nos conectan con la luz de Dios, la cual alimenta nuestra alma y mantiene vivo a nuestro cuerpo (4). Si faltara un nivel del alma significaría que se rompió la conexión entre la persona y su Fuente de Vida.

Incluso el Talmud declara que antes del nacimiento de un niño un ángel le enseña toda la Torá; el único problema es que inmediatamente antes del nacimiento el ángel hace que el niño olvide todo lo aprendido (Nidá 30b). Esto pareciera no tener sentido, ¿verdad?

La verdad es que no. Hay una gran diferencia entre aprender algo nuevo y recordar algo que ya hemos aprendido en el pasado. El Talmud nos dice que la educación —al menos en lo referente a la Torá— es un proceso de traer a la conciencia lo que ya existe en nuestra mente en un nivel subconsciente. El estudio de Torá le da a una persona acceso a niveles más altos de entendimiento y, como veremos más adelante, a niveles más altos del alma.

Somos creados a imagen de Dios para alcanzar grandes logros espirituales.

Al comienzo, para continuar con vida y funcionar, la persona sólo necesita el nivel más bajo del alma (el néfesh). Un bebé necesita hacer muy poco fuera de comer y beber, y para eso el néfesh es suficiente. De hecho, una persona podría, como muchas hacen, vivir el resto de su vida sólo en el nivel del néfesh, a pesar de que al hacerlo no experimentará mucha espiritualidad.

Dios no hizo al hombre a Su imagen sin tener un objetivo para ello (5). Lo hizo para permitirle alcanzar grandes logros espirituales, para que se convierta en el mejor ser humano que pueda ser y para que logre la realización máxima, tanto en este mundo como en el venidero.

La vida es para lograr exactamente eso, e idealmente para terminar la tarea en una sola vida.

Lo importante es la travesía

La humanidad es capaz de lograr grandes proezas espirituales, pero la vida no siempre apoya sus esfuerzos para lograrlos y, en muchas ocasiones, se opone con gran vehemencia a ellos.

¿Quién es el culpable? Es lo que en hebreo llamamos iétzer hará, la inclinación hacia el mal. En el Jardín del Edén, el iétzer hará estaba personificado por la serpiente que, en contra de la voluntad de Dios, convenció a Eva para que comiese del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. Hasta ese momento los seres humanos no tenían una inclinación hacia el mal y permanecían perfectamente balanceados entre el bien y el mal (6).

Sin embargo eso no duró mucho. Como resultado del pecado, El iétzer hará fue absorbido por el hombre y se convirtió en parte de sí mismo, causando un resultado que la Torá expresa sucintamente de la siguiente manera:

El deseo del corazón del hombre es malvado desde su juventud (Génesis 8:21).

Sin dudas fue un evento que cambió la realidad. Pareciera que ahora el iétzer hará tiene sus propios objetivos, y está más interesado en obtener disfrute material que en perfeccionarse espiritualmente. El iétzer hará no cree en la idea del desarrollo espiritual y pareciera querer sabotear todo intento para lograrlo.

El iétzer hará interfiere con nuestra capacidad para subir la escalera del alma.

Si bien esta realidad puede ser espiritualmente problemática y agobiante, no es accidental. Así tiene que ser, porque de esta manera, se asegura que todo crecimiento espiritual que logremos sea resultado de nuestras propias elecciones y no de algo automático o accidental. Se nos dio el regalo del libre albedrío y estamos aquí para usarlo con sabiduría, siendo esa la base del crecimiento espiritual.

El problema es que el iétzer hará puede interferir con nuestra capacidad para subir la escalera del alma, desde el néfesh al rúaj, a la neshamá, etc., y puede interferir tanto como para que se nos acabe el tiempo en esta vida antes de haber terminado nuestra tarea. En algunos casos la gente podría permanecer varada en los niveles inferiores del alma por décadas, e incluso durante toda una vida (7).

¿Qué ocurre en ese caso? La reencarnación. En la mayoría de los casos volvemos para terminar lo que habíamos comenzado en otra vida, incluso si no sabemos quiénes fuimos o dónde estuvimos. La buena noticia es que al hacerlo no comenzamos desde cero, porque si lo hiciéramos nunca lograríamos nada sino que repetiríamos muchos de los errores que cometimos en las vidas pasadas.

En la siguiente entrega hablaremos sobre cómo descifrar lo que has venido a arreglar.

1. Pardés, sháar eser velo teisha, Cap. 9; Drushei olam hatohu, Jélek 1, Drush 5, Simán 7, Os 8.

2. Una de las fuentes principales y originales de pensamiento de cábala, basada en las enseñanzas de Rabí Shimón Bar Iojai, circa 70 EC.

3. Sháar haguilgulim, primera introducción.

4. Séfer haklalim, Klal 18, Anaf 8, Os 10.

5. Bereshit 1:26.

6. Dérej Hashem 1:3:7:8.

7. Sháar haguilgulim, primera introducción.
Segun tomado de http://www.chabad.com el lunes, 16 de nov. de 2015.

 
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Posted by on November 16, 2015 in Uncategorized

 

Free Will or Predestination

Free Will or Predestination

“And the children clashed within her.” (Genesis 25:22)

Whenever she passed the entrances to the House of Study of Eber, Jacob struggled to exit, [whenever] she passed the entrance to houses of idol worship, Esau struggled to exit (Rashi)

The Midrash cited by Rashi requires much study, for it seems to imply that Esau and Jacob were already fixed in their tendencies to evil and righteousness, respectively, prior to birth. That would seem to contradict the very foundation of Torah: the principle of free will.

The Midrash also seems to contradict another teaching of the Sages. The Talmud (Sanhedrin 91b) relates that Rebbe Yehudah, the descendant of Jacob, and the Roman leader Antoninus, the descendant of Esau, debated when the yetzer hara enters a person. Rebbe Yehudah maintained that it enters at conception, and Antoninus maintained that it enters at birth. After Antoninus brought scriptural proof to bolster his opinion, Rebbe Yehudah acquiesced that it enters only at birth.

Yet the Midrash, cited above, seems to attribute a yetzer hara to Esau prior to birth!

Maimonides begins Hilchos De’os with a discussion of in-born personality traits and predispositions. For instance, he writes, some people are by nature cruel and others merciful. Yet Maimonides in the fifth chapter of Hilchos Teshuvah is emphatic that a person’s nature does not cause him to be righteous or evil, merciful or cruel, wise or foolish, generous or stingy. The choice lies completely in his own hands.

Aside from the apparent contradiction with Hilchos De’os, this statement is problematic for another reason. The assertion that wisdom or foolishness is not decreed seems to contradict the Talmud (Niddah 16b), which states clearly that wealth, strength, and intelligence are decreed at conception. Only whether one will be righteous or wicked is not decreed.

Resolution of the problem of in-born traits with individual free will is based on the following premise: While no two people are born with the same exact character traits, and those traits are influenced by many factors – including spiritual forces both prior to and at conception – these traits are not inherently good or bad. They are “pareve.” A predilection towards anger, for instance, is not necessarily an evil trait. There are situations when anger is required and is the correct response [e.g. displaying anger when a child does something dangerous].

Similarly, all natural traits and tendencies can be directed in both positive and negative directions. The tendency to shed blood, for instance, can be utilized as a shochet (butcher), a mohel, or surgeon, or alternatively it can be directed towards crime and murder. Although the character traits are predetermined, their function and control are totally in the hands of the individual. He exercises his free will in utilizing them for good or bad, and suppressing these tendencies when necessary.

Wisdom and intelligence are two distinct realms. One can have the IQ of a genius and act like a fool, and one can lack a high IQ and yet act with wisdom. Although intelligence is largely predetermined, as the Talmud states, whether one acts wisely or foolishly is, as Maimonides writes, a function of one’s free will.

There is, however, one point that still needs to be clarified. While it is true that no single character trait or tendency is intrinsically good or bad, there are nevertheless certain traits that are more conducive to righteous conduct and those more prone to evil. A tendency towards anger, for example, is more prone to be abused, since there are more instances where anger is negative than where it is positive. By contrast, a natural tendency towards calmness is more prone to lead one to righteous conduct, since there are more instances where this behavior is positive than not.

Thus the difference in natural tendencies might seem to contain an element of injustice. But three points must be kept in mind. First, every person embodies a myriad of character traits. Though someone may be born with a trait that is predominantly negative, he will almost certainly have other traits that are predominantly positive.

Secondly, God takes into consideration one’s predispositions in determining the situations he will be confronted with in life.

Finally, as the Vilna Gaon states, God judges each individual in relation to his specific nature. Hence, a person prone to anger by nature will be judged less harshly if he succumbs to a fit of anger than a person who is by nature calm. Likewise, a person with a predisposition to anger will receive more reward for controlling his anger than a person with a calm disposition.

Considered in this light, the Midrash is not telling us that Jacob and Esau were acting in a good or evil fashion prior to birth. Rather they displayed tendencies toward either the more spiritual aspects of this world or the more physical. The houses of Torah study represent the epitome of spirituality and those of idolatry the epitome of physicality (idol worship being the deification of physical forces).

Esau and Jacob ideally represented the partnership necessary to bring this world to perfection – the mastery and perfection of the physical world as a basis for spiritual perfection. The Jewish people would need both the Tribe of Yehudah, from whom the kings came and whose role was to master the world and conquer the forces of evil, and the Tribe of Levi from whom the High Priest (Kohen Gadol) came and whose role was to provide spiritual guidance and inspiration.

The Sages tell us that Jacob and Esau divided Olam Hazeh (this world) and Olam Haba (the World to Come) between themselves; Esau taking the former and Jacob the latter. This does not mean that Esau divested himself of a share in Olam Haba before birth, but rather that these two embryos had the ultimate potential to control the physical world and the spiritual world respectively. Had Esau used his traits and tendencies properly, he could have become a partner with Jacob in bringing the world to perfection. Similarly, had Jacob abused his traits, he could have developed into one who distorted and corrupted spiritual concepts and values.

The example of what the partnership of Jacob and Esau could have been was epitomized by their descendants: Antoninus – the might of Rome conquering the physical world, and Rebbe Yehudah – the spirituality of Israel directing it toward spiritual values and goals. Nowhere does it state that Esau wanted to serve idolatry, only that he had a tendency towards it; he was just as capable of destroying idolatry and vanquishing the idolaters, as serving and promoting it. His mother Rebecca, says the Sifsei Kohen, deliberately passed by these places of idolatry in order to influence the heathens to renounce their idolatry.

Now we can understand why Isaac wanted to give Esau the blessing, and loved Esau the hunter more than Jacob, the diligent student. Esau deceived Isaac into thinking that he could employ his tendencies towards the physical world to conquer the world for Torah and subdue the forces of evil. Isaac attributed the differences he noted in Esau’s and Jacob’s behavior – the fact that Esau did not mention God’s name and acted without proper courtesy – to Esau’s role as the mighty warrior who spoke with force and not finesse. He assumed that Esau was afraid to mention God’s name out of fear that he might forget himself in places to which his mission in life would inevitably bring him where mentioning God’s name is prohibited.

Isaac thought that Esau was utilizing his unique traits for the good. True, in less than sublime ways, but that is the role of a king, who has to engage in war and to meet evil head-on to maintain justice in the world. Therefore Isaac desired to give the blessings, which were all material in nature, to Esau, who would need them to fulfill his role. Jacob, he felt, did not need those blessings in the safe confines of the tents of learning.

Only Rebecca saw through the righteous facade of Esau and recognized his deceptive ways – in part because of her familiarity with her own family of frauds and charlatans. She alone was able to expose Esau for what he really was and cause Isaac to see that both roles would be the domain of Jacob – that Jacob would be the sole progenitor of the future Jewish people. Esau had exercised his free will to channel his tendencies toward evil, thereby disqualifying himself from a position in the future nation.

Parshas Toldot should serve as an incentive to us to delve into our own personalities, to better understand our natural tendencies, so that we can develop and channel our unique traits to their most sublime purpose: the perfection of the world through the promotion of Torah and Divine service.

As taken from http://www.aish.com (November 12, 2015)

 
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Posted by on November 12, 2015 in Uncategorized