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CONVERSIÓN A MI MANERA

18 May
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En parashá Bamidbar Moshé Rabeinu organiza al pueblo judío como un ejército, en 4 campamentos. También le da a los levitas su especial encomienda, el servicio del Templo. En esta sección hay unos versículos a los cuales deseo llamar su atención; este dice: vehazar hakarev iumat, traducido como, “y el extraño que se acerque morirá” (cf. Números 1:51; 3:10, 38) Si alguien es ajeno al servicio de los levitas, más aún, si es ajeno al servicio de los sacerdotes y efectúa este servicio yendo en contra del mandamiento de la Torá, entonces está sujeto a la pena de muerte.

Ve hazar hakarev“, cualquiera que se aproxime, si es ajeno y quiere acercarse, y se acerca, Hashem dice: “NO, esa no es tu función. No es tu shlijus, “no es tu misión, tu cometido”. Si tomas la iniciativa de acercarte, a pesar de estar acercándote, en realidad no lo estás haciendo. No sólo no te estás acercando, sino que por ser ajeno a este servicio estás sujeto a morir. “Hazar hakarev iumat“.

Estos versículos son citados en una historia muy famosa que se cuenta en el Talmud acerca Hilel HaZakén, quien tenía fama de ser muy humilde. Él era amigo de Shamai y Shamai era kapdán. Tenía dimim, “severidades” de su carácter, severidades santas. La guemará nos dice que, en tres diferentes ocasiones, gentiles fueron a Hillel y Shamai para ser convertidos, pero cada uno tenía una condición para hacerlo. Si quieres convertirte, no pongas tnaiim (condiciones), sólo di que sinceramente quieres ser judío. Pero, cada uno de estos tres gentiles vinieron y dijeron: “deseo convertirme, pero tengo una condición”; tan pronto como Shamai escuchó que deseaban convertirse, pero con una condición, simplemente los rechazó: “No.”

Cuando fueron a Hilel, como señal de su humildad, los convirtió. Él decidió attender primero el asunto de la conversión y luego se encargó de las condiciones que cada cual presentaba. La primera historia es la de un converso que le dijo: “yo solo quiero recibir la Torá escrita, no quiero la Torá oral”. Cuando éste fue primero a donde Shamai le preguntó: ¿Cuántas Torás tienen ustedes los judíos? Shamai le respondió “Tenemos dos, la Torá escrita y la oral”. El gentil le dijo: “Bien, solamente voy a tomar la Torá Escrita pero no la Torá Oral, sólo conviérteme con eso”. Shamai lo echó. Entonces decidió ir donde Hilel, y éste le dijo “Está bien, maravilloso” y lo convirtió ahí mismo. Hecho esto, le dijo “Ahora comenzaremos a estudiar Torá”. El primer día asistió al Beit Midrash (casa de estudios) acompañado por Hillel. Alli le enseñó el alef-bet. Al igual que sí en nuestra época se trataba de un baal teshuvá, un retornante que no sabe ni tan siquiera las letras del alefbet. Ese primer Hilel le dijo: “alef, bet, guimel, dalet”. Le enseñó las primeras cuatro letras según el orden establecido. El segundo día regresa y [Hilel] le dice: “Vamos a repasar lo que aprendimos ayer ¿Qué aprendimos ayer?” y le dice: “bet, alef, guimel, dalet”. El converso responde: “Pero ayer me lo enseñaste en un orden diferente, me dijiste que era alef, bet, guimel, dalet. Ahora me dices que es bet, alef, guimel, dalet”. Entonces (Hilel) le ripostó: “Así como me creíste cuando te enseñé cuál es el orden de las letras a pesar de no existir ni un versículo en la Torá escrita que explique cuál es el orden del alef-bet, de igual manera tienes que creerme con respecto a toda la Torá oral”. Y eso fue suficiente. De esa manera él (Hilel) rectificó completamente el alma de ese converso.

Luego está la historia más famosa, la del converso que viene y le dice: “Enséñame toda la Torá mientras estás parado en un solo pie”. Shamai simplemente dice “No”. Sin embargo Hilel le dice: “Te voy a enseñar toda la Torá parado sobre un pie: lo que no quieres que los demás te hagan a ti, no se lo hagas a los demás”.

Veamos ahora la tercera historia. Se trata de un gentil que va caminando por la calle y pasa cerca del Beit Midrash. Los allí reunidos estaban estudiando acerca de las hermosas vestimentas de los sacerdotes. Estaban alabando la hermosura que de estas 8 prendas, 4 de las cuales eran vestimentas del trabajo del Cohen Gadol. Este gentil pensó: “si los judíos tienen este Cohen Gadol (Sumo sacerdote) con todas estas prendas hermosas, yo quiero ser judío y quiero ser su sumo sacerdote”. Con este objetivo en mente fue a ver a Shamai, y le dijo: “Por favor conviérteme, quiero ser judío, pero tengo una condición: que me conviertas en el sumo sacerdote”. Al escucharlo Shamai lo echó. Luego fue donde Hilel, quien después de escucharlo le dijo: “Bueno, ¡maravilloso!” Lo convierte y siendo ya judío, le pregunta a su maestro: ¿Y ahora qué hay acerca de convertirme en sumo sacerdote? ¡Esa era su condición! Entonces Hilel le dijo: “Un rey no puedes designar a alguien para ser el rey si éste no conoce todo el funcionamiento, todos los secretos internos necesarios para serlo. Lo mismo pasa con el sumo sacerdote, no te podemos hacer Sumo Sacerdote hasta que aprendas toda la Torá. Primero tienes que ser un erudito en todas las leyes de la Torá, luego hablaremos acerca de hacerte sumo sacerdote”. “¡Genial!” Entonces comenzó a estudiar, llegando a estos versículos presentes en la parashá de esta semana, Sí, los mismos con las que iniciamos: vehazar hakarev iumat Dice: el extranjero que trata de acercarse a un servicio que no le pertenece, será castigado con la muerte. Entonces el converso mira a Hilel y le dice: “¿A quién se refieren estas palabras, “ vehzar hakarev iumat ”?” Y Hilel dice: “ afilu al David Melej Israel ”, “estas palabras aluden o alcanzan hasta David, el rey de Israel”. Puesto que si el rey de Israel, es más hasta el mismo Mashíaj, siendo que no es sacerdote ni un levita, si asumiese la función de un sacerdote o levita –y este es el caso por tratarse de un descendiente del Rey David- estará sujeto a la pena de muerte. Incluso el Mashíaj, si intentara convertirse en el sumo sacerdote, y, de pronto tuviere la tavaá (el deseo) de ponerse las 8 hermosas vestimentas, merecería ser castigado con la pena de muerte, y esto a pesar de ser el Mashíaj. Cuando el converso escucho esto, “ vehzar hakarev iumat ”, afilu al David Melej Israel, se dio por vencido y dijo: Si ni aun el rey David puede ser Sumo Sacerdote, cuanto menos yo podré serlo, soy sólo un converso”.

El final de esta historia es, según nos dice la guemará, es que estos tres conversos se conocieron; tuvieron un farbrengen, una reunión jasídica. Cuando se reunieron dijeron: “Si hubiese sido por Shamai, seriamos almas perdidas. Pero por causa de la humildad de Hilel, hemos sido tomados bajo las alas de la Shejiná, la Presencia Divina. Entonces, una de las cosas muy importante, es entender que somos como los conversos cuando se trata de hacer teshuvá. Debemos acercarnos a Adonai, reconociendo qué es lo que quiere decir “cercanía”, cómo volvernos cercanos. Si tratamos de acercarnos de una manera que no nos corresponde, de una forma que no es la apropiada para nosotros, entonces podríamos toparnos con lo contrario a la vida.

Son estos versículo los que nos ayudan a reconocer cuál es la correcta manera de cada quien acercarse a Hakadosh Baruj hu. Y como dijimos antes, hasta el Mashíaj (y todos nosotros somos parte del Mashíaj) es considerado ajeno, una extrañeza, la palabra zar significa “extranjero”. Todos/as tenemos ese punto interior de lo ajeno, de lo extraño. Así que, es menester que cada uno encuentre manera como le corresponde acercarce a Dios, y vayamos a toda velocidad hacia Hakadosh Baruj Hu.

Según tomado de, https://estudiodecabalayjasidut.blogspot.com/

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Posted by on May 18, 2020 in Uncategorized

 

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