por Mendel Kalmenson

En ningún otro aspecto el sesgo de positividad del Rebe es tan pronunciado como en su enfoque sobre la pérdida y la tragedia. En pocas palabras, las perspectivas del Rebe sobre la catástrofe de la muerte no son nada menos que redentoras.1 En sus comunicaciones con personas que estaban afligidas, el Rebe enfatizó constantemente que, desde una perspectiva espiritual, la pérdida de un ser querido no es la pérdida completa que a menudo se considera.
Después de la vida…
En 1960, un grupo de estudiantes universitarios vino a ver al Rebe. Uno de los temas que discutieron fue la comprensión judía de la muerte.
El Rebe explicó:
El término utilizado para describir la muerte en el judaísmo es histaljut, que no significa ‘muerte’ en el sentido de llegar a su fin; más bien, es una elevación de un nivel a otro. Cuando uno completa su misión en la vida, la persona fallecida es elevada a un plano superior.
La muerte no es un cese de la vida; la palabra en realidad describe el proceso por el cual la vida espiritual adquiere una nueva dimensión. Esta noción es consistente con el principio científico de conservación de la materia, que establece que nada físico puede ser aniquilado. Una mesa o pieza de hierro se puede cortar, quemar, etc., pero en ningún caso se puede destruir el material de la mesa o el hierro. Solo toma una forma diferente.
Del mismo modo, en el nivel espiritual, nuestro ser espiritual, el alma, nunca puede ser destruida. Solo cambia su forma o se eleva a un plano diferente.
En consecuencia, el término “ultratumba” es realmente inapropiado, ya que lo que experimentamos después de la muerte es una continuación de la vida. Hasta los 120 años (la esperanza de vida humana mencionada en la Torá), la vida se experimenta en un nivel, y desde los 121, 122 y 123 en adelante, se lleva a cabo en otro nivel, y continuamos ascendiendo más y más en el reino del espíritu.2
Según el Rebe, la muerte no es un final abrupto de la vida; más bien, es una continuación del viaje del alma en su camino hacia la finalización y la reunificación con Di-s.
Dicha espiritual
En una carta escrita por el Rebe en 1978 a una familia en Milán que había experimentado una muerte en la familia, el Rebe escribe:
Lo único que puede hacer una enfermedad o un accidente fatal es causar un debilitamiento o terminación del vínculo que mantiene unidos el cuerpo y el alma, con lo cual el alma se aleja de su morada temporal en este mundo y regresa a su mundo original de espíritu puro en el mundo eterno.3
Más adelante en esta carta, el Rebe describe la experiencia del alma cuando sale de este mundo:
No hace falta decir que, en lo que respecta al alma, [la muerte] es una liberación de su “encarcelamiento” en el cuerpo. Mientras [el alma] está ligada al cuerpo, sufre las limitaciones físicas del cuerpo, que necesariamente limitan el alma y la involucran en actividades físicas que son esencialmente ajenas a su naturaleza puramente espiritual… En otras palabras, la salida del alma del cuerpo es una gran ventaja y ascenso para la misma.4
En otros lugares, el Rebe aclara aún más este tema:
De ahora en adelante [después de la muerte], el alma es libre para disfrutar de la dicha espiritual de estar cerca de Di-s en la medida más completa. ¡Ese es sin duda un pensamiento reconfortante!5
Lejos de ser el borrado traumático que muchas personas imaginan, la muerte realmente libera al alma de sus limitaciones físicas, permitiéndole volar libremente, sin sus limitaciones terrenales anteriores.
Conexión eterna
A lo largo de su correspondencia de duelo, el Rebe insistió en que sigue existiendo una conexión espiritual continua entre los vivos y los fallecidos, y que esta relación no es meramente teórica, sino que también es tangible. De hecho, es una relación dinámica que se puede desarrollar y mejorar.
En una carta escrita a una viuda de guerra, el Rebe escribe:
Los lazos entre dos personas, y ciertamente entre el esposo y la esposa o entre padres e hijos, son principalmente de naturaleza espiritual, no material. Eso significa que una bala, una granada o una enfermedad pueden afectar el cuerpo, pero no el espíritu o el alma. El vínculo físico entre dos personas puede romperse… pero no su relación espiritual.6
Las enseñanzas del Rebe al respecto cobran vida en la siguiente historia, relatada por R. Nachum Rabinowitz, un jasid de Jerusalén. Una vez estuvo esperando una audiencia privada con el Rebe. Entre los que esperaban con él había un hombre, obviamente rico, que parecía completamente abatido. Pero cuando el hombre salió de la habitación del Rebe, parecía una persona diferente; su rostro irradiaba vitalidad y optimismo.
Curioso por este cambio radical de ánimo, el rabino Rabinowitz preguntó a los secretarios del Rebe sobre la identidad del hombre y acordó verlo. Cuando los dos hombres se conocieron, el rabino Rabinowitz le preguntó al hombre si podía compartir con él lo que había sucedido en la habitación del Rebe.
“Recientemente”, relató el hombre, “mi único hijo murió. En ese momento, sentí que mi vida ya no tenía ningún propósito. No vi ningún valor en mi riqueza y estatus. Fui a ver al Rebe en busca de consuelo y consejos. El Rebe me preguntó cuáles serían mis sentimientos si mi hijo fuera al extranjero y viviera en un país desde el que no pudiera comunicarse conmigo; sin embargo, podría estar seguro de que todas sus necesidades estaban siendo satisfechas y que no estaba sufriendo en absoluto. Le respondí que, aunque la separación sería difícil de soportar, estaría feliz por mi hijo”.
El Rebe continuó: “Y aunque él no pudiese responder, si usted pudiera comunicarse con él y enviarle paquetes, ¿lo haría?”
El hombre respondió: “Por supuesto”.
“Esta es precisamente su situación actual”, concluyó el Rebe. “Con cada oración que usted recita, está enviando un mensaje a su hijo. Y con cada obsequio que usted realiza a organizaciones benéficas o instituciones que financia, le envía un “paquete” a su hijo. Él no puede responder, pero aprecia sus palabras y sus donaciones”.7
Impacto continuo
En una carta parecida, escrita a la afligida hija adolescente de la señora Rasha Gansbourg, quien falleció repentinamente el segundo día de Sucot en 1969, el Rebe profundiza en esta idea. Explicó que a través de realizar buenas acciones en el mérito de su madre, especialmente aquellas inspiradas por su influencia, ella y sus hermanos no solo estaban contactando a su madre en el mundo venidero o “enviándole paquetes”, por así decirlo, sino que ellos en realidad le permitirían tener una presencia e impacto continuo en el mundo físico:
El vínculo entre los vivos y el alma que ha ascendido perdura, porque el alma es duradera, eterna y ve y observa lo que está sucediendo con aquellos conectados y cercanos a ella. Cada buena acción que hacen le causa un placer espiritual, específicamente los logros de aquellos a quienes ella ha educado y criado de la manera que produce dichas buenas obras. Es decir, ella tiene una parte en los hechos que resultan de la educación que brindó a sus hijos y a aquellos a quienes influyó.8
En otra carta a alguien que lamenta la pérdida de un ser querido, el Rebe continúa desarrollando este tema:
La salida del alma del cuerpo es una gran ventaja y un ascenso para el alma… La pérdida es solo para los afligidos, y en esa medida también es dolorosa para el alma, por supuesto.
[Sin embargo], hay otro punto que causa dolor al alma después de salir del cuerpo. Mientras que el alma está “vestida” en el cuerpo, puede participar activamente con el cuerpo en todos los asuntos de la Torá, las mitzvot y las buenas obras practicadas en la vida diaria aquí en la tierra. Pero dado que todo esto implica acción física y objetos tangibles, el alma ya no puede participar en estas actividades cuando regresa a su morada celestial, donde solo puede disfrutar de los frutos de la Torá, las mitzvot y las buenas obras que realiza en su estancia en la tierra. De ahora en adelante, el alma debe depender de sus parientes y amigos para hacer mitzvot y buenas acciones también en su nombre, y esta es la fuente de la verdadera gratificación para el alma y la ayuda a ascender a alturas aún mayores.9
Por lo tanto, las buenas acciones realizadas por quienes están de luto ciertamente pueden ser una fuente de consuelo para los afligidos, llenando el vacío dejado por la muerte con una acción positiva. Pero también proporcionan consuelo y placer al alma difunta, brindándoles una forma de mantener una relación continua, incluso activa, con sus seres queridos.
La vida es la mejor conmemoración
Cuando el primo del Rebe, Yitzchak Schneerson, le escribió en 1952, contándole sobre su participación en la creación de la “Tumba del Mártir Judío Desconocido” en París, hoy llamada “Memorial de la Shoá”, en recuerdo de las víctimas del Holocausto, el Rebe respondió de forma amable pero contundente:
Perdóname si mi punto de vista no está de acuerdo con el tuyo… Ahora, en un momento en que hay cientos de miles de mártires vivos, no “desconocidos” en cualquier lugar, que viven en una necesidad extrema de pan físico, y muchos más en necesidad de sustento espiritual, el principal impedimento para satisfacer sus necesidades es simplemente la falta de fondos. Por lo tanto, cada vez que se pueden obtener fondos, esto crea inmediatamente un dilema: ¿El dinero se debería usar para erigir una piedra [memoriam] en una gran plaza en París para recordar a los transeúntes los millones de judíos que murieron santificando el Nombre de Di-s, o para sostener a los vivos que mueren de hambre, literal o figurativamente, para escuchar la palabra de Di-s? La solución a tu dilema es, creo yo, indudable.10
Es natural querer una forma tangible de conservar el recuerdo de nuestros seres queridos difuntos. Sin embargo, a lo largo de sus conversaciones y correspondencias, el Rebe continuamente alentó a las personas a tomar medidas positivas para crear un legado vivo en lugar de uno estático, incluso cuando el legado propuesto era sagrado. En este espíritu, el Rebe enseñó que la mejor manera de hacer esto no es solo creando memoriales de ladrillos y piedra, sino también realizando acciones positivas que impacten tangiblemente a aquellos que aún viven, mientras que al mismo tiempo benefician a las almas de los difuntos.
Consuelo a través de la actividad
Este fue un tema importante y constante en todas las enseñanzas del Rebe: intensificar las actividades positivas después de una pérdida ayuda a fomentar un mayor sentido de propósito y puede ser un medio eficaz para lograr el consuelo.
En 1956, después de que un brutal ataque terrorista a una escuela en la aldea israelí de Kfar Jabad había cobrado seis vidas, los habitantes locales quedaron completamente devastados.
En las palabras de un artículo periodístico que apareció en ese momento, “La desesperación y el desánimo invadieron la aldea y comenzaron a comer sus cimientos. Algunos funcionarios de la ciudad querían cerrar la escuela. Otros vieron lo que sucedió como una señal de que su sueño de una vida pacífica en Tierra Santa era prematuro. ¿Quizás deberíamos dispersarnos, buscar refugio en paraísos más seguros? El pueblo se estaba muriendo lentamente”.
¿La reacción del Rebe? Si bien el judaísmo no proporciona explicaciones para la tragedia, sí tiene una respuesta. Por lo tanto, el mensaje del Rebe a la aldea afectada fue: “Espero firmemente que, con la ayuda de Di-s…, superen todos los obstáculos, fortalezcan la construcción pública y privada, expandan todas las instituciones en cantidad y calidad, e intensifiquen el estudio de la Torá, nuestra protección, y el cumplimiento de la mitzvá con alegría…” 11
Las dudas que los residentes de Kfar Jabad habían comenzado a albergar con respecto a su proyecto comunal de establecer una aldea estaban siendo exacerbadas exponencialmente por su preocupación, pensamientos graves y las conversaciones pesimistas. Solo sumergiéndose en actividades positivas para un mayor crecimiento comenzarían a ver su misión con una mejor luz, y su fe en su futuro volvería a florecer.
Al optar por intensificar el movimiento hacia adelante ante la pérdida, especialmente frente al terrorismo y los actos de odio, reclamamos en silencio una victoria para la paz y la esperanza sobre la violencia y el miedo. En efecto, nuestras acciones se convierten en la prueba viviente de que el mal no prevalece y que, por último, la vida triunfa sobre la muerte. Por el contrario, la reducción de los esfuerzos y actividades positivas ante la tragedia solo contribuye a promover los objetivos ideológicos de los perpetradores.
La ganancia oculta dentro de la destrucción
De hecho, a través de la lente redentora del sesgo de positividad del Rebe, el desastre puede verse como preparación del camino para una mayor regeneración y bendición que nunca antes.
El mismo Rebe ilustró una increíble demostración de transformar un vacío dejado por la pérdida de vidas en una fuerza positiva cuando el 25 de Adar de 5748 (1988), solo un mes después del fallecimiento de su esposa, el Rebe inauguró una campaña mundial de cumpleaños judío en el día que habría sido su cumpleaños número 87, diciendo:
Aquí hay una sugerencia, y sería de gran mérito para su alma, que en relación con el ascenso de su alma, se establezca la siguiente costumbre: los judíos deberían comenzar a celebrar [públicamente] sus cumpleaños, [aunque] en anteriores generaciones esto fue observado solo por ciertos individuos y de manera discreta…12
Para el Rebe, la forma más apropiada y noble de conmemorar la pérdida de vidas fue a través del estímulo y celebración del nacimiento.
Como lo ilustra la historia anterior, en cada ocasión en que el Rebe experimentó pérdida personal, canalizó y redirigió el dolor y la pena hacia la construcción y la expansión de oportunidades de crecimiento y afirmaciones de la vida.
De hecho, hay numerosos ejemplos de este enfoque. Durante una reunión en 1980 en el marco el fallecimiento de su padre, el Rebe anunció que se debería ayudar a las personas mayores judías a utilizar su tiempo para continuar aprendiendo y creciendo. Luego estableció una red de instituciones educativas para ancianos, nombradas en honor a su padre, de bendita memoria. Del mismo modo, cuando la madre del Rebe falleció, el Rebe creó y dedicó una serie de charlas semanales en su honor. Comprensiblemente, la pérdida de su esposa fue muy difícil para el Rebe. Pronto, sin embargo, además de la campaña de cumpleaños mencionada anteriormente, también comenzó a solicitar que su legado fuera conmemorado a través de otras acciones positivas. Con este fin, otorgó bendiciones especiales a quienes iniciaron proyectos en su nombre, como la construcción de una escuela para niñas, por ejemplo.
La resurrección
En conclusión, una de las expresiones más alentadoras del sesgo de positividad del Rebe en el contexto de la pérdida fue el énfasis que puso en un artículo básico de la fe judía: un día, todas las almas en la historia volverán a la vida terrenal y al cuerpo físico, con la venida de Mashíaj. El Rebe enfatizaría una y otra vez que la muerte no solo no es el final, y que el alma no solo vive para siempre, sino que un elemento de la existencia corporal es eterno. La siguiente historia demuestra esta poderosa convicción.
En octubre de 1967, unos meses después de la Guerra de los Seis Días, una terrible tragedia golpeó la casa de Ariel Sharón, el famoso general del ejército israelí y posterior primer ministro. Gur, el hijo de once años de Sharón, estaba jugando al aire libre con un arma vieja de su padre y accidentalmente murió.
El Rebe inmediatamente contactó a Sharón con una carta, que incluía el siguiente mensaje:
Me dolió mucho leer en el periódico acerca de la trágica pérdida de su tierno hijo, que descanse en paz…
A primera vista, parecería que estamos distantes el uno del otro, no solo geográficamente, sino también, o incluso más, en términos de no estar familiarizados, de hecho, desconocidos el uno del otro, hasta la Guerra de los Seis Días… Pero en la base de un principio judío fundamental, profundamente arraigado y antiguo, reconocido, que todos los judíos son afines… es esta interconexión la que me ha impulsado a escribir estas palabras a usted y su familia…
Un elemento de consuelo, incluso en una tragedia tan grande, se expresa en el texto tradicional [de las palabras pronunciadas a un doliente], santificado por decenas de generaciones de Torá y tradición entre nuestro pueblo: “Que el Omnipresente te consuele entre los dolientes de Sión y Jerusalén”.
A primera vista, la conexión [entre el doliente individual y los dolientes de la destrucción de Jerusalén y el Templo Sagrado] parece ser bastante desconcertante. Sin embargo, el consuelo principal encarnado por esta frase está en su contenido interno:
Así como tenemos plena confianza en que Di-s ciertamente reconstruirá las ruinas de Sión y Jerusalén, también confiamos en que con respecto a la pérdida del doliente individual, Di-s cumplirá su promesa: Despierta y regocíjate, tú que descansas en el polvo,13 y experimentaremos una verdadera alegría cuando todos se reúnan con la futura resurrección de los muertos.14
No hay mayor pérdida en este mundo que la muerte, sin embargo, el Rebe trabajó incansablemente para revelar la luz oculta dentro de este reino de profunda oscuridad, equilibrando la empatía con la elevación, el dolor con la perspectiva y la dignidad con actos de bondad amorosa.
Es realmente un testimonio de la fuerza del sesgo de positividad del Rebe que continuó aplicando su perspectiva redentora incluso en circunstancias tan sensibles y dolorosas. A través de su ejemplo compasivo, podemos aprender a transformar el dolor en crecimiento, pérdida en vida y, en última instancia, tragedia en triunfo.
NOTAS AL PIE
- Para más información sobre esto, vea A Time To Heal: The Rebbe’s Response to Loss & Tragedy (Ezra Press, 2015).
2. Ver Torat Menachem — Hitvaaduyot 5720, vol. 1, p. 396.
3. De con una carta del Rebe fechada el 25 de Elul, 5738 (27 de septiembre de 1978). Para ver el texto completo de la carta, consulte A Time To Heal: The Rebbe’s Response to Loss & Tragedy (Ezra Press, 2015), pág. 193.
4. Ibid.
5. De una carta del Rebe de fecha el 5 de Tamuz, 5743 (16 de junio de 1983).
6. Torat Menachem — Menachem Tzion, vol. 2, p. 558.
7. To Know and to Care (SIE), vol. 2, p. 237
8. Igrot Kodesh, vol. 26, p. 271. Torat Menachem — Menachem Tzion vol. 2, p. 543. Para el texto completo de la carta, ver A Time To Heal: The Rebbe’s Response to Loss & Tragedy (Ezra Press, 2015), p. 199.
9. De una carta del Rebe fechada el 25 de Elul, 5738 [27 de septiembre de 1978]. Para ver el texto completo de la carta, consulte A Time To Heal: The Rebbe’s Response to Loss & Tragedy (Ezra Press, 2015), pág. 193.
10. Igrot Kodesh, vol. 6, págs. 175-176.
11. Igrot Kodesh vol. 13, p. 30.
12. Ver Séfer Hasijot 5748, vol. 1, p. 332
13. Isaías 26:19.
14. Igrot Kodesh, vol. 25, págs. 3-5. Torat Menachem — Menachem Tzion, vol. 2, págs. 536-537.
Traducción: María Sánchez Varón
Traducción y corrección: Carlos Sánchez Corrales