
por Rabbi Dr. Nathan Lopes Cardozo
La historia, entiéndase el estudio de causa y efecto en los anales de la humanidad, ha sido un serio desafío para los historiadores honestos. En muchos sentidos, interpretar la historia es una conjetura. Lo que motiva a muchos historiadores es más lo que uno quisiera creer que sucedió que lo que realmente sucedió. Después de todo, ¿cómo puede un historiador diferenciar, en un caso específico, la real causa del efecto en un caso ? A veces, lo que creemos que es la causa es en realidad el efecto.
Nuestros sabios llaman nuestra atención sobre este fenómeno cuando aboran la emancipación de Yosef de la prisión. Refiriéndose a las palabras del Libro de Iyov: “Se estableció un período definido para que el mundo pasara en tinieblas”, [1] un Midrash declara: “Se fijó un número definido de años para que Yosef los pasara en prisión, en la oscuridad. Cuando llegó el tiempo señalado: “Sucedió que al cabo de dos años el faraón tuvo un sueño. . . ’” [2]
El rabino Gedalyah Schorr, en su monumental obra, Ohr Gedalyahu, señala que esta observación difiere radicalmente de la forma académica tradicional de tratar los acontecimientos históricos. Al leer la historia según la forma tradicional, sin duda concluiríamos que debido a que Faraón tuvo un sueño que requería interpretarse, se le pidió a José, conocido por ser un hombre con conocimientos proféticos sobre la interpretación de los sueños, que viniera a ver al Faraón. Después de haber resuelto con éxito los sueños, no solo fue liberado, sino elevado al puesto de segundo en mando de Egipto. Esto significaría que el sueño de Faraón causó la libertad de José.
Sin embargo, una cuidadosa lectura de nuestro Midrash sugiere lo contrario. Fue porque José tenía que ser liberado para convertirse en virrey de Egipto que el Faraón tuvo que tener un sueño. [3] La causa aparente fue, de hecho, el efecto.
El judaísmo sugiere que en ciertos momentos Dios envía emanaciones a este mundo para despertar a los seres humanos a actuar, tal como lo es el caso de Faraón, quien recibió sus sueños para que terminara el encarcelamiento de José.
Los macabeos: las necesidades del momento.
Un ejemplo posterior de esto es la historia de Janucá. Los judíos sabían que, lógicamente, no había ninguna posibilidad de un levantamiento exitoso contra los griegos, pero Dios creó una noción de rebelión en la mente de los macabeos. La grandeza de estos pocos judíos se evidenció en su correcta reacción a esta directiva celestial. Se dieron cuenta de lo que había que hacer, por absurdo que pareciera.
La literatura midráshica compara el imperio griego con una especie de “oscuridad” que cegó los ojos de los judíos en su exilio: “Hoshech ze Yavan” (“La oscuridad es Grecia”). [4] La interpretación tradicional es que, los judíos del período macabeo estaban cegados por la adoración al cuerpo por parte de los griegos y siguieron su ejemplo.
Sin embargo, hacer del imperio griego algo sinonímico a la “oscuridad” puede tener una connotación más profunda. Los griegos también fueron los inventores de la interpretación histórica. Los pensadores griegos estuvieron entre los primeros en intentar comprender la historia en su forma más científica, como se refleja en la necesidad de buscar la causa y el efecto. Desde el punto de vista del Midrash, esta forma de interpretación privó a los judíos de ver la historia como emanaciones divinas, y de la respuesta humana a esas emanaciones. Esto pasó por alto el significado más profundo de la historia, siendo que habían invertido la causa y el efecto; oscureciendo así la clara percepción de los judíos.
El misterio de los gustos cambiantes
Uno de los aspectos más misteriosos de la psicología humana es la dimensión de la motivación. De repente escuchamos una voz interior o sentimos una misteriosa atracción para hacer algo, cuya fuente no logramos entender. Esto es cierto, no solo para las acciones humanas, sino también para el gusto y las preferencias. La historia está repleta con ejemplos de seres humanos que cambiaron radicalmente su gusto por el arte y la música. Las melodías que se consideran únicas e irremplazables; luego, medio siglo después, caen en desgracia. Algo similar ocurre con el arte, la moda e incluso con el color de nuestro papel tapiz.
Para estos cambios, no existe una explicación racional (a pesar de varias sugerencias científicas). Podríamos argumentar que estos son el producto de emanaciones divinas comunicadas a quienes habitamos en este mundo. Si bien es difícil explicar porqué llegan estos mensajes divinos, quizá su propósito principal –particularmente en lo que respecta a la música y el arte– es ofrecernos un sentimiento de renovación y una vision hacia las infinitas posibilidades de la creación de Dios. Algunos mensajes pueden ser la respuesta divina a algunas de nuestras acciones anteriores, o a nuestra condición moral. La predilección repentina por formas más agresivas de música o arte puede ser una advertencia de que nos hemos desviado de un anterior estado de dignidad. Otra forma para interpretar este cambio podría ser que que estamos entrando en una nueva era que presagia una dimensión diferente de la música.
Escuchar lo divino
El principal desafío es “escuchar” el mensaje, interpretarlo correctamente y saber lo que nos exige. Esto en sí mismo requiere asistencia divina e integridad moral, y no está disponible para todos. (De hecho, malinterpretar un mensaje de este tipo puede ser peligroso).
A lo largo de la historia, los judíos han experimentado muchos casos de emanación divina. Varios de estos, citados en la última parte del Tanaj, aluden a la llegada del Mashíaj en momentos específicos. (Véase, por ejemplo, el libro de Daniel). Algunas de estas fechas quedaron atrás y el Mashíaj aún no ha aparecido. Esto no debería sorprendernos. Las fechas de su llegada, según citadas en fuentes judías, de ninguna manera fueron declaraciones finales. Más bien fueron señales divinas que indicaban que en esos momentos el mundo sería más propicio para la llegada del Mashiach, pero no eran garantías de su llegada. Cuando la humanidad no respondió desde la perspectiva religiosa y moralmente apropiada, ese momento especial pasó sin resultado.
En esta época, es difícil negar que los eventos que han ocurrido en Israel y en el mundo son muy particulares. El cambio climático, la creciente normalización de Israel con el mundo árabe, el COVID-19, el enorme problema de los refugiados y otros tantos fenómenos muy inusuales en estos días nos hacen pensar. ¿Son solo incidentales o son emanaciones divinas destinadas a decirnos algo? ¿Son efectos, o son causas? No sabemos. Todo lo que podemos hacer es tratar de aprender y crecer a través de ellos para crear un mundo mejor.
Notas:
[1]. Iyov 28: 3.
[2]. Bereshit 41: 1, Midrash Rabá
[3] Gedalya Shorr, Ohr Gedalyahu (Brooklyn, Nueva York), pág. 129.
[4]. Bereshit Rabba, Vilna ed., 2: 4.
Según tomado de, https://us11.campaign-archive.com/?e=ea5f46c325&u=001429d2ea98064eb844c6bf8&id=c50487a9cf Traducido por drigs CEJSPR