
EN HOMENAJE A DOÑA GRACIA, «LA DAMA» – «LA REINA»
Texto de Jayme Fucs, guía de turismo cultural en Portugal e Israel.
Allí estaba yo en Tiberíades, frente al monumento en honor a Doña Gracia, de quien se celebraron, 500 años de su vida en 2010. Mirando el monumento, pensé: ¡Cómo puede ser que tan poca gente conozca a esta increíble portuguesa de origen judío! Por eso decidí redactar este breve texto, que puede ayudar a rescatar su legado y su memoria. ¿Quién fue Doña Gracia Mendes Hanasi? ¿Qué tiene ella que ver con la ciudad de Tiberíades?
Doña Gracia Mendes nació en Portugal, en Lisboa, en 1510, en el seno de una familia de recién conversos al cristianismo que fueron expulsados de España a Portugal en 1492. Doña Gracia estaba casada con D. Franscisco Mendes, otro recién converso al cristianismo, dueño de una de las más grandes fortunas del mundo. Tras unos años de matrimonio, doña Gracia quedó viuda, adquiriendo toda la fortuna de D. Francisco Mendes. Los padres de doña Gracia (recién conversos al cristianismo), que como muchos otros, mantuvieron en secreto los principios judíos en sus hogares y, a pesar de todas las dificultades, lograron transmitir esos valores a sus hijos.
Con la muerte de su marido, doña Gracia tendrá una status de respeto y destaque en Portugal: la corte portuguesa depende mucho de sus favores y, con mucha sabiduría y cuidado, doña Gracia utiliza este poder como forma de enfrentarse a la Inquisición en Portugal, exigiendo cierta libertad y derechos para los recién conversos al cristianismo. Esta situación lleva a Doña Gracia a huir de Portugal y a trasladar toda su fortuna a Bélgica, donde, con la ayuda de su sobrino, D. Yosef Hanasi, gestionará sus negocios.
En Bélgica la situación también se vuelve muy difícil para Doña Gracia, porque los tentáculos de la inquisición amenazarán sus proyectos, por lo que tuvo que huir y trasladarse a Venecia, y de allí al Ducado de Ferrara (también en lo que hoy es Italia), que le da toda su protección. Esto permite que Doña Gracia volviera a practicar el judaísmo abiertamente, y convierte a Ferrara en un refugio para muchos recién conversos que regresan al judaísmo. Es en Ferrara donde Doña Gracia ayuda a traducir el famoso Tanaj de Ferrara al ladino, el idioma utilizado por los judíos de Portugal y España.
Pero la situación también es peligrosa en Ferarra, ya que el Ducado es amenazado directamente por el Papa Pablo IV, quien amenaza con llevar a cabo una intervención militar, lo que lleva a que Doña Gracia sea invitada por el Sultán Solimán «El Magnífico», en 1552, a transferir toda su fortuna y su vida al Imperio Otomano. El Sultán le ofrece a Doña Gracia garantías de poderes y privilegios. Doña Gracia acepta la invitación del sultán, pero pide que le sea otorgada la gobernatura de la ciudad de Jerusalén. El sultán niega el pedido de doña Gracia, pero le ofrece a cambio la ciudad de Tiberíades.
Ya viviendo en el Imperio Otomano, Doña Gracia organizará, en 1556, un boicot al puerto de Ancona, ubicado dentro del territorio del mismo Papa Pablo IV, como represalia por los sufrimientos y persecuciones que sufren los Bnei Anusim (cristianos nuevos). En Tiberíades, Doña Gracia construye las murallas de la ciudad, abre varios centros de estudios judíos, construye una fábrica de seda y lana y, lo más importante, transforma Tiberíades en un gran refugio para los judíos Bnei Anusim, que regresan al judaísmo bajo su protección, sin necesidad de conversión, sino de retorno, como lo definió el sabio Maimónides.
Doña Gracia murió en 1569. Para muchos judíos Bnei Anusim era considerada como «La Reina» o «La Señora». Doña Gracia no conocía el término moderno «sionismo», pero hoy día, con el descubrimiento de su fantástica historia, que está documentada, podemos decir que Doña Gracia fue la primera precursora del sionismo, ¡ncluso antes de Theodor Hertzl! Ella, en su época, ya decía que los judíos deberían dejar la diáspora y regresar a vivir en la Tierra de Israel. Finalmente, en 2010, Doña Gracia fue consagrada por el gobierno israelí por su contribución al estado judío moderno, y específicamente, al desarrollo de la ciudad de Tiberíades. Hay una reverencia que aún hoy cantan los Bnei Anusim en honor a Doña Gracia – «La Señora», o como a muchos les gusta llamarla, «La Reina». Dicen que cuando llegaba a las sinagogas de los judíos Bnei Anusim, la sentaban en una silla de honor y, con reverencia, le cantaban:
«Doña Gracia, Doña Gracia, Doña Gracia Nuestro Amor / Doña Gracia, Doña Gracia, Doña Gracia Por Favor»
Según tomado de, Shavei Israel | En homenaje a Doña Gracia, «La Dama» – «La Reina»